Leído el título, imagino que cualquiera de los que, por casualidad o por amor, penetren en este blog, esperarán encontrar unas líneas en las que documentarse sobre la vida de este legendario personaje pero, debo advertir, que nada más lejos de mi intención y de mi sabiduría.
Hoy, solo pretendía escribir algo sobre una mujer, una americana que hace ya casi un tercio de siglo dedicó parte de su tiempo y de su obra a España. Esta mujer se llamaba Anna Hyatt Huntington.
Si les gusta Sorolla o han estado en Nueva York y recuerdan haber oído hablar de la Hispanic Society o bien son de los que visitan las ciudades y se apuntan el nombre de los escultores de todas las estatuas ecuestres que hay en ellas, seguro que saben más que yo o al menos les sonará bastante el nombre de Anna Huntington, la que fuera esposa de Archer Milton Huntington, el filántropo norteamericano, mecenas, erudito y poeta fundador de la citada Hispanic Society of America en Nueva York, un museo y biblioteca que él contribuyó a llenar con una impresionante colección de libros, manuscritos, fotografías y pintura hispana.
Anna Hyatt Huntington, además de ser la mujer de Archer, fue una magnífica escultora que acompañó a su marido en algunos de los viajes que este hombre enamorado de España hizo a nuestro país. Conocedora de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar a través de una edición del Cantar del Mío Cid, que había traducido y financiado anteriormente su marido, terminó de impregnarse de la figura de este hombre en el viaje de novios que hicieron a España en 1923 y de donde se trajo el encargo de realizar una escultura ecuestre de este personaje para la Exposición Iberoamericana de 1927 en Sevilla, exposición que luego acabaría celebrándose en 1929.
Con tal motivo, Anna realizó dicha escultura considerada la escultura ecuestre más grande realizada jamás por una mujer y en la que quiso imprimir la fortaleza y el genio que a ella le inspiraba la leyenda y la historiografía del Cid.
Terminada esta escultura en 1927 y dado que todavía no se podía instalar en Sevilla, la colocó en la plaza que se encuentra junto a la Hispanic Society, conocida como Audubon Terrace, un patio monumental flanqueado por los edificios de la Biblioteca y del Museo. A la estatua le añadió cuatro guerreros sentados alrededor de la base e incorporó a la plaza otras esculturas de temática hispana entre ellas, las figuras de Don Quijote y de Boabdil.
En 1929, Anna Huntington hizo una réplica de la escultura existente en la Hispanic Society y la mandó a Sevilla para la exposición Iberoamericana donando la misma de forma altruista. La estatua está actualmente colocada en la Avenida del Cid entre el Consulado de Portugal y la Real Fábrica de Tabacos.
Esta obra de Anna Huntington debió despertar la envidia y admiración de muchos porque otras dos réplicas exactas se colocaron en Estados Unidos, entre 1930 y 1935, una de ellas en San Diego en el Parque Balboa y la otra en el Museo de la Legión de Honor en la ciudad de San Francisco, ambas regalo de la escultora, así como, una tercera en Buenos Aires instalada en 1935 donada por la colectividad española y por la escultora y posteriormente una cuarta que se instaló en Valencia en 1964.
La copia existente en Valencia fue fundida por el famoso escultor Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, a partir del modelo de Sevilla. Los cerca de tres millones de pesetas que costó la fundición de la escultura fueron igualmente donados por Anna. La escultura está sobre un alto pedestal de piedra, rodeado de un pequeño espacio ajardinado en el comienzo de la Gran Vía de Ramón y Cajal, junto a la llamada Plaza de España.
A España le regaló también en 1955 un bello motivo escultórico denominado “Los portadores de la antorcha” representado por la figura de un hombre desnudo a caballo y otro hombre también desnudo y caído en el suelo que cede el testigo o la antorcha al hombre a caballo y que se instaló en la Ciudad Universitaria de Madrid.
También de esta obra donó una réplíca para los valencianos en 1964 que se colocó en la Avenida de Blasco Ibáñez con el nombre de “El relevo”.
Tanta generosidad no ha tenido su correspondencia por parte de los obsequiados con la obra de esta mujer que murió en 1973, y que se ha limitado a la imposición de la cruz de Alfonso X que en su día le concedió el rey Alfonso XIII y a su nombramiento como miembro correspondiente de la “ Reial Academia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi” y de la "Academia de Bellas Artes de San Fernando".
A excepción del rótulo de una calle en La Coruña y otra en Valencia dedicadas a ella y su marido y un memorial en Barcelona, también dedicado a ambos y consistente en un pequeño monolito erigido en 1954 ante el gran muro del Monasterio de Pedralbes, ningún otro motivo ensalza a esta gran escultora y propagandista de nuestra historia que dio a conocer de forma gratuita la imagen de uno de nuestros grandes mitos legendarios.
Podríamos aventurar que su publicidad pudo propiciar que en 1961 se estrenase la versión cinematográfica más famosa de "El Cid," la dirigida por Anthony Mann y protagonizada por Sophia Loren y Charlton Heston y que se rodó integramente en España, pero, esa es otra historia.
Anna Hyatt Huntington reposa en un mausoleo del cementerio Woodlawn en el Bronx, en Nueva York, no demasiado lejos de la Hispanic Society of America.
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