lunes, 20 de septiembre de 2010

“Walk on the wild side”. Una canción para cinco personajes.




Uno de los itinerarios típicos en Nueva York es caminar por la St Marks Place hasta el Tompkins Square Park, en el legendario East Village y volver por la E 7 con el fin de hacer una parada en la "McSorley’s Old Ale House", la cervecería más antigua de Nueva York.

Al comienzo de la St Marks Place entre la 2ª y 3ª Avenida, si te detienes un momento al pasar por delante del tramo comprendido entre los numeros 19 al 25 y consultas a tu compañera de viaje, es decir, a tu guía de bolsillo de Nueva York, te dirá que en esos edificios que están delante de ti se ubicaba allá por los años 60 un salón de baile, el "Stanley's Bar", un salón de baile, que en 1966 pasaría a ser subarrendado por Andy Warhol y por su amigo el director y productor de cine Paul Morrissey y al que denominaron “The Dom”.

“The Dom” nació como un complemento más a añadir a la "Factoría Warhol". Un club donde llevar un grupo musical especial al que se le añadiría en sus actuaciones, un espectacular juego de luces, secuencias de películas y proyeccion de fotografías todo ello simultaneado con la música. Nacía con este club lo que se llamaría la “Exploding Plastic Inevitable”. Una explosión multimedia de luz, plástica y música. El grupo musical que se incorporó al club warholiano fué una banda conocida como "The Velvet Underground" liderada por un guitarrista y cantante llamado Lou Reed. A este grupo le impondría Warhol una escultural cantante alemana llamada Nico, antigua novia del guitarrista de los Rolling Stones y ex actriz en “La dolce vita" de Fellini con lo que el grupo pasó a llamarse "The Velvet Underground & Nico”. Sus canciones, ácidas y provocativas, consistieron en la exaltación del sexo en todas sus tendencias más extremas, así como, en la defensa del consumo de las drogas más duras en aras de una modernidad que imprimía desde todos los campos la "Fábrica Warhol". En pleno apogeo del club, las actuaciones del grupo se desarrollaban a la vez que los asistentes al espectáculo eran entrevistados por alguna de las llamadas “warhol superstars”, debiendo contestar a embarazosas cuestiones sexuales cuyas respuestas, así como el entorno que les rodeaba, iban siendo filmados.

Por aquel club pasaron todos los famosos del momento: Jean-Michel Basquiat. Salvador Dali, Truman Capote, Fernando Arrabal, Allen Ginsberg, Judy Garland , Jim Morrison, Bob Dylan, Mick Jagger, Jerry Hall, Debbie Harry, ….pero, también pasaron por allí muchas personas desconocidas que se convirtieron en habituales; las citadas “warhol superstars”, personas que aspiraban a la fama a través de la mirada aprobatoria del gran Warhol.

Cinco de estas “warhol superstars” muy conocidas en el mundo de la Factoría, fueron Holly Woodlawn, Candy Darling, Joe Dallesandro, Jackie Curtis y Joe Campbell.

Holly Woodlawn es una transexual nacida en Puerto Rico en 1946 con el nombre de Harold Santiago Rodríguez. Emigró a Nueva York y estuvo trabajando como "go-gó" hasta que en 1968 fue introducida en la “Factoría” a traves de un amigo y presentada a Warholl como una mujer “glamurosa”. Paul Morrissey le dio un papel como actriz en su película “Trash” realizando una actuación muy celebrada y de la que se comentó que George Cukor había iniciado una campaña para instar a la Academia a su nominación al "Oscar" cosa que no llego a ser realidad. En 1982 intentó suicidarse con una sobredosis de pastillas y posteriormente estuvo ingresada para tratar su adicción al alcohol. Hoy en día Holly Woodlawn vive en Los Angeles y hace pequeñas representaciones de cabaret. En 2008 en una mesa redonda sobre las superestrellas de Warhol realizada en el South Bank Centre de Londres indicó que estaba trabajando en el proyecto de una película basada en su vida.

Candy Darling fue también una actriz transexual, cuyo nombre original era James Lawrence Slattery. Nacida en Brooklyn en 1944 Andy Warhol la descubrió en el 67 en un club llamado “The Tenth of Always” y pronto pasó a ser su musa y protegida, trabajando en dos de sus películas: “Flesh” y “Women in Revolt”. Enferma de cancer, murió en 1974 no sin antes escribir una carta en la que se despedía de todos sus amigos, de todas las “warhol superstars” con las que había convivido en los años de apogeo de la "Factory" y por supuesto de sus padrinos Warhol y Morrissey. Una foto en su lecho de muerte tomada por el fotógrafo Peter Hujar ilustró la portada del ultimo disco de Antony and the Johnson´s : “I am a bird now”

Joe Dallesandro era con 18 años un adolescente - le apodaron “Little Joe” - que vivía de su agraciado cuerpo prostituyéndose, trabajando en películas porno o posando desnudo como modelo hasta que conoció a Andy Warhol y a Paul Morrissey que le eligieron para interpretar el papel de un chapero en “Flesh” y en la que aparecería desnudo en varias escenas. Su físico se convirtió en imagen de culto del mundo gay aunque él siempre confesó ser bisexual. A raiz de la popularidad conseguida con “Flesh” rodó varias películas de dudosa calidad para Warhol y Morrissey en la década de los 70 pero también para directores de la talla de Louis Malle, John Waters y Francis Ford Coppola para el que interpretó el papel del mafioso Lucky Luciano en la película “Cotton Club”. Joe Dallesandro fue en 1996 el protagonista otoñal de una de las campañas de Calvin Klein, junto a Kate Moss. En la actualidad regenta un hotel en Hollywood junto a su tercera mujer.

Jackie Curtis, otro de los transexuales adoptados por la Factoria Warhol, nació en 1947 como John Curtis. Pionero dentro del mundo del travestismo como actor de obras que él mismo escribía, consiguió que Warhol al verle actuar dijera de él: “Jackie Curtis no es una “drag queen”, Jackie es un artista”. Trabajó también en la película “Flesh” y en otra de Morrissey llamada “Woman in revolt”. Continuó después su carrera como actor de teatro, cantante y poeta. Jackie Curtis hizo dos películas más durante la década de 1980. Su gran idolo, como luego diría Lou Reed, fue James Dean. En 1985 murió a consecuencia de una sobredosis de heroína a los 38 años de edad.

Joe Campbell nació en 1936. Homosexual, mantuvo una relación sentimental durante más de seis años con Harvey Milk, un político de San Francisco y activista de los derechos gay y que luego sería asesinado en 1978. Terminada su relación en 1962 ingresaría como “warhol superstar” de la mano de un amigo suyo y sería apodado dentro de la factoría como “Sugar Plum Fairy” (Hada de azucar). Campbell trabajó en 1965 en la película de Warhol “Mi Hustler” con ese mote. Campbell tuvo posteriormente una relación duradera con un infante de marina y murió en el 2005.

Cuando la “ Velvet Underground & Nico” se disolvió en 1970 por problemas entre sus componentes, que nunca llegaron a acoplarse con el cantante impuesto por Warhol, Lou Reed decidió actuar por libre y en 1972 sacó un album “Transformer” en el que una de sus canciones “Walk on the wild side” se convirtió en una de las canciones más famosas de este cantante.

En "Walk on the wild side" Lou Reed hace un recuerdo de aquellas cinco “warhol superstar” que él conoció a través de su relación con la "Warhol Factory" y el mundo de "El Dom" y en la que nos acerca un poco a estos cinco personajes caminando por el lado salvaje de sus vidas.

Una grandiosa canción que no pasa y que está dentro del "ranking" de las mejores canciones de la historia.

Solo añadir un detalle. El magistral solo de saxo que entra casi al final de la canción fue interpretado por Ronnie Ross, un magnifico saxofonista de jazz que colaboró esporádicamente con algunos de los conjuntos musicales de aquellos años de sexo, droga y rock and roll.




sábado, 11 de septiembre de 2010

Las Torres Gemelas


Con el cuadro que encabeza estas líneas, perteneciente a una serie sobre Nueva York que pinté hace ya bastantes años, no pretendo buscar algún marchante que me lance a la fama sino, solamente, hacer un pequeño homenaje a una obra que desapareció victima de la barbarie del ser humano, tal día como hoy hace 9 años.

Las "Torres Gemelas", las Twin Towers, fueron obra del arquitecto Minoru Yamasaki, un arquitecto americano nacido en Seatle, hijo de emigrantes japoneses y formado en dos de los mas renombrados estudios de arquitectura de Nueva York, en el de Shreve, Lamb & Hermon, autores del proyecto del Empire State y posteriormente en el de los arquitectos Harrison, Foulhoux & Abramovitz diseñadores del Rockefeller Center.

Las "Torres Gemelas", se inauguraron en 1973 dentro del Word Trade Center convirtiéndose en uno de los edificios de mayor altura del mundo con sus 417 y 415 m de altura respectivamente.

La destrucción de las Twin Towers supuso para el mundo la pérdida irreparable de más de 3.000 ciudadanos pero también representó la pérdida de un icono que el cine y la fotografía nos habían dejado desde su inauguración como un símbolo colosal del inigualable Nueva York.

Yamasaki murió en 1986, quince años antes de la destrucción de su obra por lo que, afortunadamente, no contempló la lenta agonía de sus majestuosas torres.

Hoy en el vacío dejado por ellas se trabaja a la sombra de su recuerdo, recuerdo que nos llega a través del cine, las fotos y algún que otro humilde cuadro como el mío. Estos recuerdos son más numerosos y difíciles de derrumbar que las Twin Towers.

domingo, 5 de septiembre de 2010

El Cid



Leído el título, imagino que cualquiera de los que, por casualidad o por amor, penetren en este blog, esperarán encontrar unas líneas en las que documentarse sobre la vida de este legendario personaje pero, debo advertir, que nada más lejos de mi intención y de mi sabiduría.

Hoy, solo pretendía escribir algo sobre una mujer, una americana que hace ya casi un tercio de siglo dedicó parte de su tiempo y de su obra a España. Esta mujer se llamaba Anna Hyatt Huntington.

Si les gusta Sorolla o han estado en Nueva York y recuerdan haber oído hablar de la Hispanic Society o bien son de los que visitan las ciudades y se apuntan el nombre de los escultores de todas las estatuas ecuestres que hay en ellas, seguro que saben más que yo o al menos les sonará bastante el nombre de Anna Huntington, la que fuera esposa de Archer Milton Huntington, el filántropo norteamericano, mecenas, erudito y poeta fundador de la citada Hispanic Society of America en Nueva York, un museo y biblioteca que él contribuyó a llenar con una impresionante colección de libros, manuscritos, fotografías y pintura hispana.

Anna Hyatt Huntington, además de ser la mujer de Archer, fue una magnífica escultora que acompañó a su marido en algunos de los viajes que este hombre enamorado de España hizo a nuestro país. Conocedora de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar a través de una edición del Cantar del Mío Cid, que había traducido y financiado anteriormente su marido, terminó de impregnarse de la figura de este hombre en el viaje de novios que hicieron a España en 1923 y de donde se trajo el encargo de realizar una escultura ecuestre de este personaje para la Exposición Iberoamericana de 1927 en Sevilla, exposición que luego acabaría celebrándose en 1929.

Con tal motivo, Anna realizó dicha escultura considerada la escultura ecuestre más grande realizada jamás por una mujer y en la que quiso imprimir la fortaleza y el genio que a ella le inspiraba la leyenda y la historiografía del Cid.

Terminada esta escultura en 1927 y dado que todavía no se podía instalar en Sevilla, la colocó en la plaza que se encuentra junto a la Hispanic Society, conocida como Audubon Terrace, un patio monumental flanqueado por los edificios de la Biblioteca y del Museo. A la estatua le añadió cuatro guerreros sentados alrededor de la base e incorporó a la plaza otras esculturas de temática hispana entre ellas, las figuras de Don Quijote y de Boabdil.

En 1929, Anna Huntington hizo una réplica de la escultura existente en la Hispanic Society y la mandó a Sevilla para la exposición Iberoamericana donando la misma de forma altruista. La estatua está actualmente colocada en la Avenida del Cid entre el Consulado de Portugal y la Real Fábrica de Tabacos.

Esta obra de Anna Huntington debió despertar la envidia y admiración de muchos porque otras dos réplicas exactas se colocaron en Estados Unidos, entre 1930 y 1935, una de ellas en San Diego en el Parque Balboa y la otra en el Museo de la Legión de Honor en la ciudad de San Francisco, ambas regalo de la escultora, así como, una tercera en Buenos Aires instalada en 1935 donada por la colectividad española y por la escultora y posteriormente una cuarta que se instaló en Valencia en 1964.

La copia existente en Valencia fue fundida por el famoso escultor Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos,  a partir del modelo de Sevilla. Los cerca de tres millones de pesetas que costó la fundición de la escultura fueron igualmente donados por Anna. La escultura está sobre un alto pedestal de piedra, rodeado de un pequeño espacio ajardinado en el comienzo de la Gran Vía de Ramón y Cajal, junto a la llamada Plaza de España.

A España le regaló también en 1955 un bello motivo escultórico denominado “Los portadores de la antorcha” representado por la figura de un hombre desnudo a caballo y otro hombre también desnudo y caído en el suelo que cede el testigo o la antorcha al hombre a caballo y que se instaló en la Ciudad Universitaria de Madrid.

También de esta obra donó una réplíca para los valencianos en 1964 que se colocó en la Avenida de Blasco Ibáñez con el nombre de “El relevo”.

Tanta generosidad no ha tenido su correspondencia por parte de los obsequiados con la obra de esta mujer que murió en 1973, y que se ha limitado a la imposición de la cruz de Alfonso X que en su día le concedió el rey Alfonso XIII y a su nombramiento como miembro correspondiente de la “ Reial Academia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi” y de la "Academia de Bellas Artes de San Fernando".

A excepción del rótulo de una calle en La Coruña y otra en Valencia dedicadas a ella y su marido y un memorial en Barcelona, también dedicado a ambos y consistente en un pequeño monolito erigido en 1954 ante el gran muro del Monasterio de Pedralbes,  ningún otro motivo ensalza a esta gran escultora y propagandista de nuestra historia que dio a conocer de forma gratuita la imagen de uno de nuestros grandes mitos legendarios.

Podríamos aventurar que su publicidad pudo propiciar que en 1961 se estrenase la versión cinematográfica más famosa de "El Cid," la dirigida por Anthony Mann y protagonizada por Sophia Loren y Charlton Heston y que se rodó integramente en España, pero, esa es otra historia.

Anna Hyatt Huntington reposa en un mausoleo del cementerio Woodlawn en el Bronx, en Nueva York, no demasiado lejos de la Hispanic Society of America.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El Café Central y Peter Altenberg


Mientras doy buena cuenta del crujiente y dorado “wiener schnitzel” que he decidido compartir con mi “donna” debido al gigantesco tamaño del mismo, no puedo evitar, entre bocado y bocado, levantar la vista y comprobar que Peter Altenberg no me quita ojo, desde su mesa colocada a la entrada del “Café Central”.

Peter hace jornada continua de 10 de la mañana a 10 de la noche, siempre sentado en su silla desde el día en que algún nostálgico o grupo de nostálgicos de la bohemia vienesa de finales del diecinueve decidieron colocarlo en ese lugar.

Y es que Peter, aunque no lo parezca según el aspecto que ofrece en mi fotografía, hace ya más de 150 años que nació y algunos menos desde que era el alma de la bohemia literaria que se instaló en el “Café Central” de Viena a raiz del cierre en 1896 de otro café vienés, el “Griensteidl”, un punto de reunión de la intelectualidad vienesa integrante del grupo "Jung-Wien" creado alrededor de la figura de Hermann Bahr y del satírico Karl Kraus. El "Central" acogería por este motivo al propio Karl Kraus, al arquitecto Adolf Loos, al ensayista judío Egon Friedell, al poeta y dramaturgo Hugo von Hofmannsthal, al periodista Anton Kuh, al escritor y matemático Leo Perutz, al crítico Alfred Polgar y a Peter Altemberg entre otros. Más adelante se convertirían también en asiduos del “Café Central” el escritor Stefan Zweig y León Trotski, el hombre que organizaría posteriormente el golpe de estado que daría a los bolcheviques el poder en noviembre de 1917 en Rusia.

El Peter Altenberg de aquellos años, fue un escritor y poeta judío vienés llamado realmente Richard Englánder, un hombre que había llegado al mundo literario después de intentar cursar los estudios de Derecho y de Medicina, estudios que acabó dejando para dedicarse a vender libros en una librería, actividad que también abandonaría. De ese periodo de librero escribiría: “No aprendí ni la teoría ni la práctica. Era aburrido y una forma de destrucción del alma, aunque, al menos, uno trabajaba con obras procedentes del ingenio”.

Eran los años del comienzo del psicoanálisis y la revolución de la psiquiatría a través de las nuevas teorías del también austríaco, Sigmund Freud por lo que, el padre de Peter, preocupado por el porvenir de su hijo, decidió llevarle a un psiquiatra, al doctor Ludwig Schlager, el cual le diagnosticó una “neurasthenia gravis” y certificó su incapacidad para trabajar recomendando al padre que no ejerciese ninguna presión sobre su hijo. Peter salió de la consulta afirmando que: “mi incapacidad para aprender es patológica". A partir de ese momento Peter Altenberg comenzó una vida inestable y bohemia que regiría su destino hasta el día de su muerte.

Sin empleo fijo, Altenberg convirtió la noche en día frecuentando los burdeles, los teatros de variedades, los salones y sobre todo los Cafés, primero el “Griensteidl”, trabando allí relación con Adolf Loos y Karl Kraus, con los que llegó a formar una triple alianza y posteriormente el “Café Central” el cual acabó convirtiéndo en su segunda morada llegándose a decir que, cuando Altenberg no estaba en el "Central" es que estaba de camino. Llegó incluso a fijar allí su dirección postal. ( Peter Altenberg. Wien I. Herrengasse, Café Central)

Mientras vivía de la pensión que la empresa de su padre le proporcionaba, Altenberg comenzó a escribir pequeños bocetos en prosa, según lo que él veía en la calle o percibía de la política, una escritura que según llegó a decir Egon Friedell, era “telegráfica”. Para Altenberg, “nunca era importante decir algo pero si era posible decirlo con precisión y brevedad”.

Con el tiempo llegó a escribir una docena de títulos, todos ellos basados en textos breves. Escribía por encargo, muchas veces a cambio de bajísimos honorarios, que ya estaban gastados antes de cerrar el trato.

Peter Altenberg fue un noctámbulo, un alcohólico y un enfermo mental al que las recaídas le hicieron ingresar a menudo en los psiquiátricos, sobre todo en la última década de su vida y un hombre sin suerte con las mujeres pero, un enamorado de lo eterno femenino.

Se le llegó a acusar de pederasta, se dice que por los antisemitas, por la atracción que al parecer le ejercían las jóvenes y que él nunca llegó a negar. A lo largo de los años preparó solamente para deleite de sus ojos, una colección de fotografías relacionadas con este tema y tuvo toda la colección expuesta en su habitación del Graben Hotel de Viena durante los años que se alojó allí.

De Altenberg es el comentario: "Una mujer siempre es demasiado vieja, pero nunca demasiado joven. La ley nos permite la relación a partir de los catorce años pero la ley no ha sido diseñada por los artistas. Nuestro instinto dice: a cualquier edad, si eres muy hermosa. Sólo hay una indecencia en un desnudo, y es cuando el desnudo es grosero”

Altenberg murió en 1919 a los 60 años de edad enfermo y pobre. Adolf Loos proyectó el monumento funerario para su tumba en el Cementerio Central de Viena.

Hoy al marcharnos del “Café Central”, después de tomar nuestro “wiener schnitzel” y una racion de la famosa tarta “Sacher” acompañada por dos grandes copas de vino joven procedente de los viñedos de Grinzing me he despedido de Peter Altenberg acariciando su fría calva de cartón.

El, siempre está sentado frente a la puerta del “Café Central”, tal vez esperando ver entrar algún día a Gustav Klimt, a Egon Shiele, a Oskar Kokoschka o tal vez a su amigo Adolf Loos..

lunes, 23 de agosto de 2010

El Método



Lee Strasberg fue a partir de 1946, el director del "Actor’s Studio", la escuela fundada a principios de los años treinta por él mismo, en compañía de Elia Kazan y otro grupo de actores, con la idea de aportar nuevas técnicas e ideas a la formación del actor.

Para ello, incorporó la filosofía del actor ruso Constantin Stanislavsky según el cual, lo importante, era conseguir transmitir al público las situaciones escénicas a través de las sensaciones y vivencias internas vividas por el actor anteriormente. A partir de estas pautas, Lee Strasberg desarrollaría su propio modo de entender la actuación, su "Método".

Su teoría consistía en la idea de que, cuando un actor reproduce una emoción en un ejercicio, la misma ha pasado del inconsciente a la conciencia y está lista para ser evocada nuevamente a voluntad. Por tal motivo estimaba que el actor debía de tener un compendio personal de vivencias, listas para usar a voluntad.

Decía Lee Strasberg que: “Quienes critican el Método por el hecho de recurrir a la memoria afectiva del artista, no advierten ni aprecian hasta qué punto ésta interviene en todas las artes. La memoria afectiva es un elemento decisivo en cualquier creación. La diferencia entre el teatro y otras artes es que, en éstas, el artista crea la memoria afectiva en la soledad de su propio ambiente. En las artes interpretativas, el artista debe crear frente al público y en determinado momento y lugar”.

Si tenemos en cuenta el nombre de muchos de los actores que pasaron por las escuelas del Actor’s Estudio tanto en Nueva York como en Los Angeles, nombres de la talla de Paul Newman, Al Pacino, Marilyn Monroe, Jane Fonda, James Dean, Dustin Hoffman, Robert De Niro, Jack Nicholson, Steve McQueen y otros muchos y revisamos pequeños detalles de sus biografías, podríamos pensar que debido a sus más prontas, variadas o extremas vivencias emotivas llegaron a ser unos grandes actores, tal vez, con la ayuda del método Strasberg.

Así, si hablamos de Robert de Niro, sabemos que sus padres eran emigrantes italianos, divorciados a los dos años de su nacimiento y que su juventud transcurrió entre pandillas de delincuentes y reformatorios juveniles. De Jack Nicholson se cuenta que creció creyendo que su abuela era su madre, por lo que, fue criado como hermano de su madre y no supo la verdad hasta que esta última falleció siendo él ya un adulto. Al Pacino, hijo de un emigrante italiano y de una neoyorquina, nació en pleno Harlem, sufrió el abandono de su padre cuando él contaba solo dos años, su madre se casó cinco veces, vivió en el Bronx y conoció el mundo del hampa siciliana afincada en Nueva York. James Dean nació en Indiana; con cinco años sus padres se trasladaron a Los Angeles y al poco tiempo murió su madre mandándole su padre nuevamente a Indiana donde viviría toda su infancia con sus tios. Steve McQueen nunca llegó a conocer a su padre, el cual, los abandonó a él y a su madre al poco tiempo de nacer lo que, dicen, le marcó emocionalmente toda su vida convirtiéndose en un muchacho inadaptado y pasando buena parte de su adolescencia en un reformatorio de donde salió para alistarse en la marina durante cinco años. De Marylin Monroe se ha contado todo y se sabe lo duros que fueron sus años de niña y adolescente y de hecho, se llegó a decir que el duro entrenamiento al que Strasberg la sometió y la exigencia de revivir sus dolorosas vivencias, fueron la causa del profundo desequilibrio emocional que terminaría con su vida. No debió ser así porque, Marilyn Monroe, siempre profesó un gran cariño hacia su maestro como se demostró en la herencia que le dejó en señal de agradecimiento.

Lo anteriormente expuesto, viene a cuento sobre la información que aparece estos días en los medios acerca de la elección de Angelina Jolie para interpretar a Marilyn Monroe en la película de adaptación de la novela de Andrew O’Hagan: ‘Vida y opiniones del perro Maf y de su amiga Marilyn Monroe” en la que se pone en boca del “terrier” que Frank Sinatra le regaló, la opinión del perrito acerca de cómo vivió Marilyn los dos últimos años de su vida.

También Scarlett Johansson y al parecer Christina Hendricks eran candidatas pero, definitivamente, Angelina ha sido la elegida para interpretar a un personaje tan complejo y con tanta personalidad como fue Marilyn Monroe.

Escribía Julio Bravo hace unos días en el ABC digital que: “La huella de Marilyn es alargada. La estrella ha sido ejemplo e inspiración para varias generaciones de actrices, que han querido seguir sus pasos. La imagen de Marilyn, un cincuenta por ciento angelical y otro cincuenta por ciento diabólico, es referencia ineludible en Hollywood, y son muchas quienes incluso han reproducido algunos de los célebres posados de la actriz: Scarlett Johansson, Britney Spears, Sarah Jessica Parker, Nicole Kidman, la rebelde Lindsay Lohan…..”.

De la biografía de Angelina Jolie, considerada una de las mujeres más atractivas del mundo, sabemos que (según Wikipedia) nació hace 36 años (la edad que tenía Marilyn cuando murió) en Los Ángeles, y que sus padres, ambos actores, se separaron al año de nacer marchando con su madre a Nueva York. Cuando tenía once años, su familia se mudó de nuevo a Los Ángeles y pasó un periodo de baja autoestima tras un intento de convertirse en modelo mientras cursaba la educación secundaria y sufrir las burlas de compañeros de estudios lo que provocó que llegara a autolesionarse. Wikipedia pone en boca de Angelina lo siguiente: “Por alguna razón, el ritual de haberme cortado y sentir el dolor me hacía vivir la sensación de algún tipo de liberación; era de alguna manera terapéutico para mí.” Tambien dicen que asesinó a sus mascotas con solo doce años y que a los catorce años, abandonó sus clases de actuación y deseó convertirse en una directora funeraria y durante este período, vestía de color negro y su cabello estaba teñido de color púrpura. Al principio mantuvo una buena relación con su padre, Jon Voight, pero posteriormente confesó que no quería que sus hijos pudieran creer cerca de él y escuchar que los llamaba nietos sin haberse ganado el cariño de la familia.

De Angelina Jolie sabemos también que se entrenó y actuó en el Lee Strasberg Theatre Institute, donde fue vista en varias obras teatrales y que ya lleva ganados en su carrera un Oscar, tres Globos de Oro y una nominación al Emmy lo que, añadido a su belleza y los datos que configuran el inicio de su biografía podría indicarnos que la elección de Angelina para dar vida a una mujer como fue Marilyn Monroe y sacar sus dramáticas vivencias haciéndolas llegar al corazón de los espectadores, desmitificando esa figura de mujer ingenua, inculta y simple objeto sexual que se le ha intentado colocar, es acertada.

Lee Strasberg en el “Elogio a Marilyn” que pronunció el 8 de agosto de 1962 en el Westwood Memorial Cemetery durante el funeral por Marilyn, dijo de ella que: “Para el mundo entero se convirtió en un símbolo de lo eterno femenino; Era un ser humano cálido, impulsivo y tímido, sensible y con miedo al rechazo y sin embargo, siempre ávido de vida; Para nosotros Marilyn, fue una fiel y devota amiga, un colega constantemente empeñado en llegar a la perfección. Compartimos su dolor y las dificultades y algunas de sus alegrías. Ella era un miembro de nuestra familia”.

Evidentemente, Marilyn tuvo “Método” y lo supo llevar a la pantalla. Su imagen cada vez está más viva en el recuerdo a pesar de los casi cincuenta años transcurridos desde su muerte.

Aquí se pueden escuchar las palabras de Lee Strasberg en su "Elogio a Marilyn". Son las palabras de un hombre que luchó con ella para enseñarle el método de como ser una gran actriz. Su “Método Strasberg”.

martes, 10 de agosto de 2010

"Strange fruit"



El sábado pasado, con motivo del X Festival Internacional XábiaJazz me permití el "lujazo" de asistir al recital de la gran vocalista francesa Laïka Fatien con el que se cerraba el citado festival.

Para los que conocen la voz de Laïka Fatien, no hace falta decir que está en el grupo de las grandes del jazz actual como puedan ser Tierney Sutton, Stacey Kent, Madeleine Peyroux, Karrin Allyson, Patricia Barber, y otras pero añadiéndole un estilo personal que sigue la estela de las Sarah Vaughan, Dianne Reeves, Carmen McRae, Shirley Horn o Abbey Lincoln.

Laïka Fatien, acompañada por su grupo (pianista, bajo, trompeta y batería) desarrolló toda su intervención en base a su segundo disco “Misery”, editado en el año 2008, todo él con versiones de temas famosos de la, para muchos, reina del jazz, Billie Holiday, añadiendo a su interpretación como cantante, unos toques de la actriz de teatro que lleva dentro, dedicando unas palabras, antes de cada canción, para contarle al público unos breves apuntes referentes a la, en muchos momentos, sórdida y triste vida de aquella maravillosa cantante nacida en Filadelfia.

Como en todas las actuaciones de Laïka Fatien, inició su actuación con la mítica canción “Strange fruit” acompañada únicamente por las notas del piano y trasmitiendo ya desde el principio, el mismo sentimiento que quiso transmitir Billie Holiday cuando cantó esta canción por primera vez en el “Café Society”, en el club del Greenwich Village en Nueva York, hace ya más de 70 años.

Se cuenta que “Strange fruit” fue compuesta por Lewis Allen, seudónimo de un profesor y compositor judío llamado Abel Meeropol, a raiz de la foto tomada el 6 de agosto de 1930 por el fotógrafo Lawrence Beitler, en la que se puede ver a dos hombres de raza negra, colgados de un árbol mientras un numeroso grupo de hombres y mujeres blancos charlan y sonríen mientras señalan a los dos ahorcados. (Foto que encabeza esta entrada)

Esos dos hombres llamados Thomas Shipp y Abram Smith, habían sido linchados y colgados de un árbol por un presunto robo a mano armada y violación de una mujer blanca después de ser sacados de sus celdas por una multitud enfurecida.

Esta foto, que se convertiría en la foto más emblemática en contra de los linchamientos sin juicios y en un estandarte a favor de los derechos de los negros, inspiró como decíamos, un poema en el que Allen compara, dramáticamente, los cuerpos de aquellos negros balanceándose de un ábol, con unos "extraños frutos", festín de cuervos; poema que llegaría de su mano, algún tiempo después, al “Café Society”, el club de jazz donde Billie Holiday había empezado a cantar en 1929 y en el que actuaban o habían actuado artistas del jazz de la talla de Lester Young, Ella Fitzgerald, Art Tatum o Sarah Vaughan.

Billie Holiday recogió el testigo y la primera noche que cantó esta canción al final de su actuación, las estrofas de la misma quedaron flotando en el ambiente grabándose en el corazón de todos los que asistían a su actuación. Dicen que el silencio se hizo penetrante al final de la misma mientras ella desaparecía del escenario.

Esta canción, aunque al principio fue sometida a la censura radiofónica, experimentó una gran difusión  y acabó convirtiéndose en la canción insignia de Billie Holiday. Todas las noches cerraba su actuación con su “Strange Fruit” como un homenaje a Thomas Shipp y Abram Smith y como una denuncia por la falta de derechos de los negros.

Laika Fatien subtituló la portada de su disco “Misery” como: “A tribute to Billie Holiday; in memory to Thomas Shipp & Abram Smith” haciendo extensivas todas las versiones de los temas que cantó Billie Holiday a la memoria de estos dos hombres trágicamente desaparecidos.

Aquí podéis recordar la canción cantada por Billie Holiday y también os dejo la letra de la misma en una traducción libre y en su versión original para que cada uno la reinterprete como más hondamente la sienta.



Los árboles del Sur tienen extrañas frutas
Sangre en las hojas y sangre en la raíz
Cuerpos negros balanceándose por la brisa sureña,
Extraña fruta colgando de los álamos
Bucólica escena del galante Sur
Los ojos saltones y la boca torcida
Olor dulce y fresco de magnolias
De repente, el súbito olor a carne quemada
Hay una fruta para festín de los cuervos
Para que reciba la lluvia, para que la meza el viento
Para que el sol madure, para que el árbol la suelte
Hay una extraña y amarga cosecha

Southern trees bear strange fruit,
blood on the leaves and blood at the root,
black bodies swinging in the southern breeze,
strange fruit hanging from the poplar trees.
Pastoral scene of the gallant south,
the bulging eyes and the twisted mouth,
scent of magnolias, sweet and fresh,
then the sudden smell of burning flesh.
Here is fruit for the crows to pluck,
for the rain to gather, for the wind to suck,
for the sun to rot, for the trees to drop,
here is a strange and bitter crop.

lunes, 26 de julio de 2010

Nighthawks




Hoy he vuelto a pasar por delante del bar de Hopper y camuflado entre las sombras de la calle, observo que siguen ahí los mismos cuatro personajes solitarios, serios y silenciosos de ayer. Refugiados, tal vez encerrados en ese bar sin puerta al exterior, expuestos como en una vitrina a la vista de todos los que curioseamos en sus rostros y en su aspecto para intentar penetrar en sus vidas a través de ese escudriñamiento.

En todos los barrios de las grandes ciudades hay siempre un bar semejante al del cuadro de Hopper. En el de la ciudad en la que ya no suelo habitar, existe uno casi igual a él.

Suele cerrar hacia la una de la mañana y los fines de semana algo más tarde. A lo largo de las casi tres décadas que he vivido en ese barrio, siempre que pasaba delante de él he observado a sus cíclicos personajes con un irreprimible voyeurismo.

Digo cíclicos porque, a mis ojos de voyeur, todos han tenido un ciclo más o menos largo pero suficiente para poder ir tejiendo una historia sobre ellos. Alcohólicos irredentos, matrimonios por compromiso, comerciales abatidos por los malos días, cirujanos camuflados, solitarios aburridos, amantes, busconas……..

Todos llegaban un día y desaparecían al cabo de días, meses o años. Todos dejaban una historia para inventar.

Yo también he pasado por ese bar durante muchos días, meses y tal vez años. Seguramente muchos me vieron y ya han fabricado su historia sobre mi posible vida.

Quien sabe cuantos Hopper me pintaron durante ese tiempo.

El poeta Wolf Wondratschek en uno de los versos de su poema – "Nighthawks: After Edward Hopper's Painting" - basado en este cuadro, decía refiriéndose a la pareja que aparece en él: « No dicen una sola palabra, pero, por qué deberían hacerlo? /Ambos fuman, pero no hay humo/Apuesto a que ella le escribió una carta / Dijera lo que dijese, él ya no es el hombre que volvería a leer las cartas de ella»

Cuentan los estudiosos de Edward Hopper que este cuadro, "Nighthawks" (Los halcones de la noche), ha sido motivo de inspiración para poetas como Wondratschek, directores de cine como Sam Mendes o Ridley Scott, dramaturgos como Douglas Steinberg, músicos como Tom Waits, escultores como George Segal y pintores como Gottfried Helnwein que llegó a calcar el cuadro sustituyendo únicamente el rostro de los cuatro anónimos personajes de Hopper por los de Elvis Presley, James Dean, Humphrey Bogart y Marilyn Monroe.

El éxito y la trascendencia de Hopper estriba en su capacidad para generar el voyeurismo que late en el ser humano y que explota con cada uno de sus cuadros. Todos picamos el cebo y nos inventamos una historia para sus solitarias imágenes con lo cual estas pasan a formar parte de nuestra memoria involuntaria haciéndonos casi protagonistas de ellas.

Mañana o pasado, volveré a pasar otra vez por el bar de Hopper y recordaré el comienzo del poema de Wondratschek:

It is night/ and the city is deserted. /The lucky ones are at home…….

sábado, 24 de julio de 2010

Audrey Munson

En uno de mis fantásticos viajes a Nueva York recuerdo una mañana que decidí dar un agradable paseo desde el MOMA hacia el Metropolitan Museum.

Caminando por la 5ª Avenida y ya llegando a Central Park, justo en los jardines que hay delante del Hotel Plaza, reparé en la fuente que allí existe, la llamada Fuente Pulitzer.

Colocada en el año 1916 en memoria del periodista Joseph Pulitzer, y obra del escultor austriaco Karl Bitter, se financió con los 50.000$ que Pulitzer donó para la constitución de una fuente en ese lugar.

De inspiración francesa, está rematada con una figura de bronce que representa a Pomona, la diosa de la fruta y de la abundancia. La figura es la de una mujer desnuda, fuerte, casi atlética, de facciones suaves y que sostiene con sus brazos un capazo del que rebosan los productos de la tierra.

Me detuve un buen rato observando esa imagen y debo confesar que quedé atraído por aquella figura de bronce y por la misteriosa expresión de su rostro.

Reanudé la marcha y una vez llegado al Metropolitan Museum, aprovechando que ese día, la visita era gratuita, entré a echar un errático vistazo sin destino fijo.

Acababan de inaugurar la nueva sala de la American Wing (ala americana), un pabellón de grandes cristaleras adornado con plantas y fuentes y en el que se ubican numerosas esculturas de artistas americanos y dio la casualidad que tropecé con él, por lo que decidí dedicarle unos minutos.

Entre las esculturas que allí hay reparé en dos obras de un escultor americano, a caballo entre el siglo XIX y el XX, llamado Daniel Chester French. Este escultor, recordé, era el autor de la famosa estatua sentada de Abraham Lincoln y que se encuentra dentro del Lincoln Memorial, en Washington.

Una de las esculturas, titulada Memory muestra a una mujer sentada, desnuda y con una pose ligeramente indolente mientras se mira en un espejo que sostiene con una de sus manos.

A pocos metros de ella se encuentra la otra obra de Chester, una escultura titulada "Victory Mourning", una copia de la original esculpida en 1907 y que, después me enteré, se encuentra en el cementerio de Sleepy Hollow, en Massachussets y es denominada comúnmente "The Melvin Memorial " ya que, recuerda a los tres hermanos de la familia Melvin, miembros de un regimiento de artillería fallecidos en la Guerra Civil americana. Esta obra presenta a una mujer con los ojos semicerrados y con un ramo de laurel en una mano mientras con la otra sujeta una especie de manto que tiende a cubrirla.

Observando el rostro de ambas esculturas descubrí que sus rasgos eran casi idénticos, el mismo óvalo de cara, los mismos labios y de repente tuve la sensación de que estaba volviendo a ver el rostro de la primera escultura que había visto al comienzo de mi caminata, la de la Fuente de Pulitzer; la impresión de que estaba viendo al mismo actor interpretando tres papeles distintos.

Visitada la sala salí del Metropolitan y como, todavía era temprano y el día espléndido, me metí en Central Park y atajando por los senderos del mismo me dirigí hacia la parte opuesta al Museo, hacia el suroeste del parque, a buscar la salida a la Columbus Circle, la plaza donde se cruzan la Broadway con la 59th St. y donde se encuentra el Maine Memorial.

El Maine Memorial es un monumento que conmemora el polémico hundimiento del acorazado Maine en el año 1898 durante la guerra de Cuba y en el que murieron 256 tripulantes. Consiste en una torre de piedra caliza coronada por un carro tirado por tres hipocampos y guiado por una Columbia Triunfal todo ello en bronce dorado. En la base de la torre una serie de figuras que representan el Coraje, la Fortaleza, la Victoria, la Paz y la Justicia parecen navegar situadas en la proa y popa de un barco.

Yo ya había visto este monumento en otra ocasión y algo me debió de empujar a volver a visitarlo con más detenimiento.

Las esculturas de la mujer que tira del carro en la coronación del monumento y las de las mujeres que aparecen en la base del mismo son obra del escultor Attilio Piccirilli y pude comprobar que todas ellas presentaban un gran parecido entre si, pero también, y eso es lo que me había llevado instintivamente hacia allí, me dí cuenta que el parecido era no solo entre ellas sino entre todas las mujeres representadas en las esculturas que había visto aquella mañana.

Todavía, y ya definitivamente guiado por una intuición, sospecha o presentimiento, me metí al metro en la estación de Columbus Circle, cogí la linea 1 y me apee en la 103 St. a tres manzanas del Straus Park.

Straus Park es un pequeño parque situado en la intersección de la Broadway con la 106 St, dedicado al matrimonio Ida e Isidor Straus primeros propietarios de los almacenes Macy’s y que perecieron en el hundimiento del Titanic.
El detalle más característico del parque es una escultura en bronce de una mujer en actitud pensativa mientras permanece recostada sobre una especie de banco.

Había oído hablar del parque y visto fotos de esta escultura realizada en 1913 por Augusto Lukeman y dedicada a Ida Straus y como yo intuía cuando encaminé mis pasos hacia este parque, el rostro de la mujer que estaba contemplando era ya un rostro conocido para mí.

No pude ese día ni en posteriores, informarme con detenimiento sobre las esculturas vistas ese día pero, a mi llegada a España, me sumergí en Internet y revisando la obra de los escultores citados en estas líneas descubrí que, todos ellos, habían trabajado en aquellos años con la misma modelo, una tal Audrey Munson, que fue, efectivamente, la que dio su rostro y figura a todas aquellas esculturas.

Buscando un poco sobre la vida de Audrey Munson, me enteré de que esta mujer fue una modelo estadounidense, nacida en 1891 y descubierta por un fotógrafo cuando solo tenía 15 años el cual la había presentado a un escultor amigo suyo para el que comenzaría a posar. A partir de ese momento llegaría a convertirse en la modelo elegida, durante más de diez años, por una legión de escultores y pintores neoyorquinos estando su imagen representada en más de quince esculturas repartidas por todo Nueva York.

En 1916, marchó al estado de California donde se inició en el mundo del cine protagonizando cuatro películas para el cine mudo en la primera de las cuales, Inspiration”, aparecía completamente desnuda representando el papel de modelo de un escultor, convirtiéndose de esta forma en la primera mujer de la historia que lucía un desnudo integral en una película.

En 1919, tenía 28 años cuando, terminados sus contratos para el cine, regresó a Nueva York y se fue a vivir con su madre a una pensión propiedad de un doctor llamado Walter Wilkins, casado y que se enamoró perdídamente de ella.

Este hombre, en su pasión por ella, asesinó a su mujer ,a la cual, consideraba un obstáculo para conseguir el amor de Audrey y aunque se demostró que ella no había tenido ninguna implicación ni relación con Wilkins, Audrey no pudo evitar la publicidad negativa generada por el caso y que pondría fin a su carrera como modelo y actriz.

Un año después, Munson, incapaz de encontrar trabajo en ningún lugar, intentó suicidarse con una solución de bicloruro de mercurio comenzándole aquí una grave enfermedad mental que acabaría propiciando, unos años más tarde, su ingreso en un psiquiátrico por orden judicial cuando tenía, tan solo, 39 años.

En este psiquiátrico permanecería durante 65 años hasta su muerte en 1996 a la asombrosa edad de 104 años.

Una vida amarga y una imagen que pervive en múltiples rincones de Manhattan, en la ciudad de Nueva York.

jueves, 15 de julio de 2010

El pianista



Hace unos días, mientras tomábamos una copa en el piano bar del hotel en el que nos alojamos en Viena, pensaba en mi frustrada vocación de pianista.

Realmente, no se le puede llamar frustrada porque nunca llegué a estudiar piano a excepción de las muchas horas que le dediqué a un método de esos que venden por fascículos para aprender a tocar el piano pero, siento que lo que realmente me habría gustado ser en la vida es pianista. Pianista de bar tipo night-club o club de jazz.

Siempre me fascinó la imagen del pianista como figura central de estos antros. La identifico con la de un individuo de mediana edad, cercana a la cincuentena, el pelo canoso, vestido con un traje elegante pero también encanecido por el tiempo y una sonrisa eterna dibujada en sus labios mientras mira alternativamente al teclado y al personal que le rodea, que charla, liba y a veces hasta le escucha.

Sobre su piano siempre existe un vaso de whisky del que bebe pequeños sorbos en las pausas entre sus interpretaciones y un gran cenicero del que humea constantemente un cigarrillo de tabaco rubio que se consume a la vez que la canción pero que, forma parte del atrezzo que ayuda a crear el ambiente teatral que rodea al pianista envolviéndole con el humo que asciende haciendo guiños a la luz que despiden los focos del techo del local.

Cada vez que termina una pieza, agradece con un ligero movimiento de cabeza los tímidos aplausos que espontáneamente brotan en algún punto del bar y mientras saborea su whisky, dirige su mirada hacia el lugar donde han brotado. El pianista siempre espera encontrar, allí donde surgieron, a una bella mujer que le mira, tal vez, enamorada.

A veces, pocas, esa bella mujer se acerca con un vaso en la mano y se apoya en su piano escuchándole de cerca mientras observa sus manos. En estos momentos, el pianista se acerca al cielo, sus dedos vuelan por el teclado, su eterna sonrisa es más real y a veces, tímidamente, sus ojos buscan la mirada de la mujer que tiene tan cerca.

Esta tarde, con esto de la canícula veraniega, me he quedado transpuesto después de comer y entre cabezadas he soñado que era un afamado pianista de jazz.

En mi sueño, yo estoy actuando una noche nada menos que en el Village Vanguard de Nueva York, en el famoso club de la séptima avenida cuando, en un momento de mi actuación, llegan al club a tomar una copa Woody Allen y Scarlett Johansson.

Sentados en una mesa cercana a mi piano los veo charlar y beber animadamente durante mi actuación. A veces Woody Allen levanta los ojos y mira hacia mí escuchando y juzgando, seguramente, mi música. Ella está espectacular.

Desde que la ví en la película "Lost in Translation", me cautivó su belleza y creo que al golfo de Woody también.

En un momento del sueño yo apuro de un trago el whisky de mi vaso y mirando hacia su mesa inicio las notas de “As Time Goes By” el famoso tema central de la película "Casablanca", de la que yo hago una buena versión, en sueños, claro está.

Scarlett Johansson, al oir esas primeras notas reconoce la canción, me mira y sonríe levemente. Así está durante un rato hasta que de repente coge su vaso y levantándose, se acerca a mi piano inclinándose sobre él mientras me sigue mirando como solo mira una mujer cuando desea a un hombre.

Yo aguanto la mirada mientras sonrío como sonríen los pianistas cuando acaban de hacer una conquista y ..zas! justo en ese momento me he despertado sudando a chorros.

Este mes de julio hace un calor infernal.

Hay que buscarse un hobby tranquilo para este verano. Por ejemplo, reanudar el curso de piano por fascículos.

Quien sabe. A lo mejor progreso bastante y ……..

miércoles, 14 de julio de 2010

Lisa Bufano



El pasado mes de junio, con motivo de una escapada que hicimos a Viena mi mujer y yo, dedicamos parte de una mañana a visitar el fabuloso Leopold Museum de esta ciudad.

Después de pasar por la planta cero donde se expone una buena parte de la obra del gran pintor austríaco Egon Shiele, subimos a la cuarta planta donde, con el titulo de “Wien 1900”, se exponen en sus salas pinturas de Shiele, Gustav Klimt, Oskar Kokoschka, Richard Gerstl y otros, así como fotografías, grabados, objetos, esculturas y mobiliario austríaco de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

En una de las salas, al lado de una conocida foto de Egon Shiele tomada en su día por el fotógrafo vienés Antón Josef Trčka, reparé en la fotografía que encabeza estas líneas, fotografía realizada por un tal Gerhard Aba y en la que aparece una mujer con unas prótesis en brazos y piernas, unos aros metálicos sujetos a la cintura y equipada con un casco diseñado no se sabe muy bien si para labores de espeleología o de minería.

La fotografía me resultó desconcertante, máxime en el entorno donde estaba colocada y quedé intrigado con ella. El titulo, escrito en alemán, no pude entenderlo pero me apunté el nombre del fotógrafo y le tiré una instantánea a la citada fotografía.

De vuelta a España me sumergí en nuestra madre Internet y busqué algo del tal Gerhard Aba y me enteré de que es un fotógrafo vienés vivo, muy valorado al parecer en las instituciones austriacas, habiendo sido durante 10 años el fotógrafo del Museo Austriaco de Artes Aplicadas (MAK) y un individuo dotado con numerosos premios a lo largo de su vida profesional.

Buscando un poco más de información me entero de que en el año 2006 se realizó una exposición en el Leopold Museum con el titulo de “Cuerpo, cara y alma, la imagen femenina desde el siglo XVI hasta el siglo XXI” en la que se expusieron fotografías que Gerhard Aba tomó durante el rodaje de una película “El encanto de los defectos”, película que se centraba en la búsqueda de la belleza del cuerpo de seis mujeres mutiladas o discapacitadas, que explicaban la relación entre sus incompletos cuerpos y su amor por las artes y el deporte.

La película creo que se proyectó también posteriormente en el Leopold Museum.

Pues bien, una de esas mujeres reflejadas en aquella exposición era Lisa Bufano, la “mujer araña” de la fotografía y que el museo ha conservado entre sus fondos.

Lisa Bufano nació en 1972 en el estado de Conneticut y una infección bacteriana por estafilococos, cuando tenía 21 años, estuvo a punto de terminar con ella pero consiguió sobrevivir a costa de sufrir la amputación de ambas piernas a la altura de las rodillas así como los dedos de las dos manos.

Lisa Bufano, antes de la terrible infección, era una estudiante universitaria, una gimnasta semiprofesional y una enamorada de la danza.

Después de la terrible experiencia vivida, Lisa, lejos de hundirse física y psíquicamente se dedicó con todas sus fuerzas al mundo de la danza. Para ello se hizo construir una variedad de prótesis y accesorios como los que muestra la fotografía y se dispuso a vencer el terror que le suponía mostrar su cuerpo mutilado embelleciéndolo con el reflejo de la belleza de la danza.

La imagen de la foto con su atuendo un poco a lo Blade Runner, corresponde a un momento de su actuación “Fantasy” para la película “El encanto de los defectos”.

Algo en ella nos recuerda a las arañas de Louise Bourgeois de la que hablábamos el otro día y de cuyas "instalaciones", Lisa Bufano dice que se inspiraba a menudo.

Espero que continúe perfeccionando su danza y dominando su cuerpo. Toda ella es un ejemplo vivo de tenacidad.

De momento ya ha conseguido figurar en las paredes de un gran museo como es el Leopold de Viena y no solo como modelo sino como artista. Enhorabuena.

domingo, 13 de junio de 2010

Las arañas de Louise Bourgeois


El pasado 31 de mayo fallecía en Nueva York la escultora Louise Bourgeois, una de las artistas más interesantes y más cotizadas en el panorama actual del arte mundial.

Tenía únicamente 98 años y en sus últimos días de vida se encontraba tremendamente vital, ilusionada, asesorando al comisario de la muestra que sobre su obra se iba a realizar - ahora de forma póstuma y hasta mediados de septiembre en los Almacenes de la Sal en Venecia - hasta que de repente el corazón dijo: basta.

La escultora parisiense, discípula de Fernand Léger y prácticamente una desconocida hasta que el MOMA, en 1982, le dedicó una retrospectiva cuando ya había cumplido los 70 años, ha sido posteriormente reconocida y admirada, por su singular obra y en gran parte, por sus arañas, por esas arañas gigantescas que se han exhibido en muchos de los grandes museos del mundo causando admiración y sorpresa a los espectadores de su arte.

Entre todas ellas destaca “Maman 1999” que es una escultura de acero de más de nueve metros de altura y que representa una araña de gigantescas patas en cuyo abdomen porta una serie de huevos realizados en mármol. Esta escultura se presentó en la inauguración de una sala de la Tate Modern en el año 2000 y luego la galería la adquirió en el año 2008 como uno de los fondos de su colección.

De la “Maman” se hicieron una serie de reproducciones en bronce que – como comentábamos antes – se han expuesto en algunos de los grandes museos del mundo, entre ellos, el Guggenheim de Bilbao donde se puede admirar una copia de la gigantesca “Maman” en el exterior del mismo haciendo compañía a “Puppy”, el florido perro del artista americano Jeff Koons, y con el que compite en altura.

La obsesión por las arañas en la obra de Louise Bourgeois viene desde el comienzo de su producción y son numerosos los dibujos, grabados y esculturas de arácnidos en la obra de esta escultora que ha rozado todas las corrientes artísticas del siglo XX desde el cubismo hasta el surrealismo pasando por el collage y hasta por lo que podríamos llamar el arte-burla.

Ella contaba que había llamado “Maman” a la gran araña preñada como homenaje a su madre. Decía que la araña le recordaba a su madre siempre tejiendo en el negocio familiar que tenían de hilaturas de tapices y en el que ella también trabajó en sus orígenes.

También decía que le gustaba de las arañas el carácter protector que tenían al tejer sus telas para capturar a los mosquitos, insectos peligrosos por las enfermedades que podían transmitir a los niños pequeños.

Ella interpreta a sus arañas bajo el aspecto protector de una madre. Una madre de aspecto amenazador capaz de impresionar al que quiera atacar a sus hijos. Una madre continuamente tejiendo, trabajando para que no falte lo necesario. Una madre vigilante, cuidadora de la salud de los suyos.

Louise Bourgeois tuvo una infancia-adolescencia marcada por las relaciones extraconyugales que su padre mantenía con su institutriz y que la madre conocía y callaba y que se manifestarán en casi toda la obra de la artista, poniendo de relieve el odio que sentía por su padre y la admiración y el cariño que profesó a su madre.

“Mi infancia nunca ha perdido su magia, nunca ha perdido su misterio y nunca ha perdido su drama. Todos mis trabajos de los últimos 50 años tienen su origen en mi niñez”, llegó a decir con motivo de su retrospectiva en la Tate Modern.

Hoy ojeando la revista AD Architectural Digest de este mes me he encontrado con una foto del salón de la casa en Méjico de Eugenio López, uno de los mayores - según dicen - coleccionistas de arte en América Latina y en la que aparece una de las arañas de Louise Bourgeois, la Araña IV, y no he podido evitar un sentimiento de envidia hacia este hombre que puede admirar todos los días una pizca de la obra de esta gran artista que se ha ido pero que nos ha dejado sus sentimientos aunque estén plasmados en forma de arañas.

jueves, 13 de mayo de 2010

Caryl Chessman

Página del diario ABC del 4 de mayo de 1960
En este mes, concretamente el pasado día 2, se han cumplido cincuenta años desde que Caryl Chessman fuera ejecutado en la cámara de gas de San Quintín.

Yo tenía solo 14 años y recuerdo el impacto que causó la ejecución en los medios de difusión españoles, en aquellos años bastante limitados por la censura del regimen y al que, me imagino, no le gustaban nada las criticas a un país cuyo presidente - Dwight D. Eisenhower – había tenido el interés o la deferencia de viajar a España unos meses antes propiciando así nuestra apertura a las democracias mundiales y la salida del aislamiento internacional al régimen de Franco .

Caryl Chessman, también conocido como “el bandido de la luz roja”, había sido condenado en 1948 a una doble pena de muerte por dos crímenes de tipo sexual y de los que nunca se pudo demostrar fehacientemente que fuera el autor. Pasó doce años en una celda durante los cuales estuvo a punto de ser ejecutado en ocho ocasiones de las que se libró tras sucesivas apelaciones y argumentos legales. El propio juicio estuvo repleto de errores y sospechas y la simple transcripción de los procedimientos fue echa por un familiar alcohólico del abogado de la acusación.

El apodo venía motivado por los asaltos que sufrían las parejas de novios de San Francisco cuando, en plena actividad sexual dentro de sus automóviles, veían encenderse una luz roja por el parabrisas trasero que les hacía pensar en un control policial y del que se derivaban posteriormente desagradables consecuencias para ellos.

Chessman siempre adujo que el había sido un asaltante, jamás un violador. De hecho las descripciones físicas de las víctimas nunca coincidieron con sus rasgos.

Se comentó que Chessman, un inadaptado y delincuente habitual de 27 años, fue forzado a escribir y a firmar una confesión mientras estuvo en custodia en 1948 y aunque posteriormente cambió su confesión ya fue demasiado tarde.

Durante los doce años que estuvo en el penal escribió varios libros con sus memorias y una novela “The Kid Was A Killer”.

Como decía al principio, la muerte de Chessman después de tantos años de pelea por intentar demostrar su inocencia, generaron un movimiento mundial de repulsa a la pena capital y una gran crítica a la justicia y sociedad americanas.

Se llegó a opinar que para el estado de California, estado que aplicó la pena, la prolongada duración de la causa de un vulgar desconocido le había supuesto un descrédito y una mala prensa por lo que Chessman fue la víctima de la que al final se vengó no queriéndole conmutar la pena de muerte.

En su testamento dejó escrito: “Se dice que la pena capital sólo es aplicable a aquellos que no pueden ser rehabilitados. Sin embargo, el Caryl Chessman que llegó al pabellón de los condenados a muerte hace tanto tiempo y el Caryl Chessman que morirá envenenado por el gas son personas muy diferentes. Creo que mi vida hubiera sido útil para los demás, si el Estado se hubiese interesado en la justicia y no en la venganza”.

Todavía, cincuenta años después, algunos estados de un gran país, como es el formado por los Estados Unidos de América, siguen aplicando la pena de muerte sin querer entender que las sucesivas muertes de sus condenados no han servido para nada. Solo para prolongar esa mala fama que no se merece la sociedad americana.

martes, 6 de abril de 2010

La Gran Vía




Se ha celebrado estos días, concretamente el pasado 4 de abril, el centenario del comienzo de los trabajos de construcción de la Gran Vía madrileña, efemérides que se ha querido recordar en muchos medios de comunicación por aquello de que Madrid es la ciudad de todos los madrileños, es decir, de todos los españoles, argentinos, ecuatorianos, rumanos, etc que viven en Madrid y a los que los oriundos hemos dejado hueco al desparramarnos por el resto del planeta con el organillo a cuestas.

El nombre de Gran Vía debe estar en el subsconciente colectivo de los que alguna vez fueron madrileños y debe haber sido trasmitido por los que vivieron las obras de apertura de una importante arteria, “la gran vía” del Madrid de principios de siglo ya que, jamás se llamó oficialmente Gran Vía hasta 1981.

Yo, al igual que comentaba Javier Reverte el otro día en un artículo, recuerdo que era denominada oficialmente como la Avenida de José Antonio en memoria de José Antonio Primo de Rivera, nombre que se le puso al terminar la guerra durante la cual, parece que se llamó de ochenta formas, desde "Avenida de la CNT" hasta "Avenida de la Unión Soviética".

De hecho la estación de metro “Gran Vía” que tiene su salida a la altura del Edificio de la Telefónica se llamaba “Jose Antonio”.

Esta parada de metro forma parte de mis recuerdos de niño cuando iba con mi madre al primer "Galerias Preciados" que se construyó en España y que estaba nada más salir del metro, en la calle Preciados, casi esquina a la Gran Vía.

El acceso a la superficie desde el metro se realizaba por una escalera en espiral que rodeaba el hueco de un ascensor a través del cual también se podía acceder a la calle pero a costa de pagar unos céntimos.

Me acuerdo que la subida a pie era dura pues el metro en esta estación pasa a gran profundidad y recuerdo haberle oído contar a mi madre que, cuando la aviación bombardeaba Madrid durante la guerra la población usaba esa estación como un refugio durante los minutos que duraba el bombardeo y que a ella, casi una niña en aquellos años de guerra, no se le había olvidado la vez que tuvo que refugiarse allí abajo.

El acceso exterior estaba rematado con una marquesina modernista de hierro forjado y cristal obra del afamado arquitecto Antonio Palacios, marquesina que lamentablemente se desmontó en los años 70 pues era un elemento singular de la Gran Vía.

Un lugar tambien singular era "El Abra", un café situado en el número 9, enfrente de "Chicote".

A "Chicote" iban los artistas, los golfos, los adinerados y los trapicheadores de penicilina, morfina y tabaco rubio americano durante los años del estraperlo.

A "El Abra" iban los que salían de "Chicote" y buscaban una mujer para tener unas horas de sexo. También iban a "El Abra" los representantes y comerciantes de provincias cuando venían a Madrid.

A "El Abra" fuí yo también de la mano de mi amigo Pipo, mi amigo golfo de mi primera juventud que me llevó allí para ver como eran las prostitutas.

Me acuerdo que entramos, y se me ha quedado una foto fija de aquel momento en la que hay un gran salón, una barra y muchas mujeres solas sentadas en taburetes.

Solo miramos y nos miraron y creo que tardamos poco en volver a la calle.

Hoy "El Abra" ha desaparecido y en su lugar está la cafetería del Hotel Gaudí.

En mis años de universitario, acudía yo muchas mañanas de domingo a los numerosos cines que salpicaban por aquel entonces la Gran vía y cuyas taquillas se abrían a las diez para vender entradas para los pases de la tarde. Las colas a esas horas ya eran kilométricas, sobre todo los días de estreno y la espera en pleno invierno para conseguir unas entradas se hacía dura pero, todos pensábamos que nuestros primeros amores se lo merecían todo.

La Gran Vía ha perdido cines, teatros, dicen que ha perdido su encanto pero yo creo que sigue viva y se renueva constantemente.

El famoso cuadro de Antonio López que encabeza estas líneas en la que retrata una Gran Vía desértica creo que está pintado para que cada uno sitúe en él sus vivencias y sus recuerdos como guste. Creo que pintó el decorado para que cada uno pueda poner a sus actores preferidos.

Mis actores serían las cerilleras, que vendían tabaco rubio a cualquier hora de la madrugada pegadas a la pared del Edificio de la Telefónica y las putas de "El Abra" con sus chulos y tal vez algunos helados seres esperando conseguir dos entradas para ver "El Graduado" o "Dos hombres y un destino".

Los actores de ahora son seguramente los chinos que aparecen a partir de las 2 de la madrugada vendiéndo refrescos y bocadillos de dudosa procedencia o los mercaderes del mortal polvo blanco o los matrimonios venidos de provincia a ver "Chicago".

La Gran Vía siempre será eso, “una gran vía”.