jueves, 15 de julio de 2010

El pianista



Hace unos días, mientras tomábamos una copa en el piano bar del hotel en el que nos alojamos en Viena, pensaba en mi frustrada vocación de pianista.

Realmente, no se le puede llamar frustrada porque nunca llegué a estudiar piano a excepción de las muchas horas que le dediqué a un método de esos que venden por fascículos para aprender a tocar el piano pero, siento que lo que realmente me habría gustado ser en la vida es pianista. Pianista de bar tipo night-club o club de jazz.

Siempre me fascinó la imagen del pianista como figura central de estos antros. La identifico con la de un individuo de mediana edad, cercana a la cincuentena, el pelo canoso, vestido con un traje elegante pero también encanecido por el tiempo y una sonrisa eterna dibujada en sus labios mientras mira alternativamente al teclado y al personal que le rodea, que charla, liba y a veces hasta le escucha.

Sobre su piano siempre existe un vaso de whisky del que bebe pequeños sorbos en las pausas entre sus interpretaciones y un gran cenicero del que humea constantemente un cigarrillo de tabaco rubio que se consume a la vez que la canción pero que, forma parte del atrezzo que ayuda a crear el ambiente teatral que rodea al pianista envolviéndole con el humo que asciende haciendo guiños a la luz que despiden los focos del techo del local.

Cada vez que termina una pieza, agradece con un ligero movimiento de cabeza los tímidos aplausos que espontáneamente brotan en algún punto del bar y mientras saborea su whisky, dirige su mirada hacia el lugar donde han brotado. El pianista siempre espera encontrar, allí donde surgieron, a una bella mujer que le mira, tal vez, enamorada.

A veces, pocas, esa bella mujer se acerca con un vaso en la mano y se apoya en su piano escuchándole de cerca mientras observa sus manos. En estos momentos, el pianista se acerca al cielo, sus dedos vuelan por el teclado, su eterna sonrisa es más real y a veces, tímidamente, sus ojos buscan la mirada de la mujer que tiene tan cerca.

Esta tarde, con esto de la canícula veraniega, me he quedado transpuesto después de comer y entre cabezadas he soñado que era un afamado pianista de jazz.

En mi sueño, yo estoy actuando una noche nada menos que en el Village Vanguard de Nueva York, en el famoso club de la séptima avenida cuando, en un momento de mi actuación, llegan al club a tomar una copa Woody Allen y Scarlett Johansson.

Sentados en una mesa cercana a mi piano los veo charlar y beber animadamente durante mi actuación. A veces Woody Allen levanta los ojos y mira hacia mí escuchando y juzgando, seguramente, mi música. Ella está espectacular.

Desde que la ví en la película "Lost in Translation", me cautivó su belleza y creo que al golfo de Woody también.

En un momento del sueño yo apuro de un trago el whisky de mi vaso y mirando hacia su mesa inicio las notas de “As Time Goes By” el famoso tema central de la película "Casablanca", de la que yo hago una buena versión, en sueños, claro está.

Scarlett Johansson, al oir esas primeras notas reconoce la canción, me mira y sonríe levemente. Así está durante un rato hasta que de repente coge su vaso y levantándose, se acerca a mi piano inclinándose sobre él mientras me sigue mirando como solo mira una mujer cuando desea a un hombre.

Yo aguanto la mirada mientras sonrío como sonríen los pianistas cuando acaban de hacer una conquista y ..zas! justo en ese momento me he despertado sudando a chorros.

Este mes de julio hace un calor infernal.

Hay que buscarse un hobby tranquilo para este verano. Por ejemplo, reanudar el curso de piano por fascículos.

Quien sabe. A lo mejor progreso bastante y ……..

2 comentarios:

  1. por que no, tienes a una azarosa rubia cerquita de ti.....

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  2. y la historia continuará .. (sigue adelante)

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