sábado, 24 de julio de 2010

Audrey Munson

En uno de mis fantásticos viajes a Nueva York recuerdo una mañana que decidí dar un agradable paseo desde el MOMA hacia el Metropolitan Museum.

Caminando por la 5ª Avenida y ya llegando a Central Park, justo en los jardines que hay delante del Hotel Plaza, reparé en la fuente que allí existe, la llamada Fuente Pulitzer.

Colocada en el año 1916 en memoria del periodista Joseph Pulitzer, y obra del escultor austriaco Karl Bitter, se financió con los 50.000$ que Pulitzer donó para la constitución de una fuente en ese lugar.

De inspiración francesa, está rematada con una figura de bronce que representa a Pomona, la diosa de la fruta y de la abundancia. La figura es la de una mujer desnuda, fuerte, casi atlética, de facciones suaves y que sostiene con sus brazos un capazo del que rebosan los productos de la tierra.

Me detuve un buen rato observando esa imagen y debo confesar que quedé atraído por aquella figura de bronce y por la misteriosa expresión de su rostro.

Reanudé la marcha y una vez llegado al Metropolitan Museum, aprovechando que ese día, la visita era gratuita, entré a echar un errático vistazo sin destino fijo.

Acababan de inaugurar la nueva sala de la American Wing (ala americana), un pabellón de grandes cristaleras adornado con plantas y fuentes y en el que se ubican numerosas esculturas de artistas americanos y dio la casualidad que tropecé con él, por lo que decidí dedicarle unos minutos.

Entre las esculturas que allí hay reparé en dos obras de un escultor americano, a caballo entre el siglo XIX y el XX, llamado Daniel Chester French. Este escultor, recordé, era el autor de la famosa estatua sentada de Abraham Lincoln y que se encuentra dentro del Lincoln Memorial, en Washington.

Una de las esculturas, titulada Memory muestra a una mujer sentada, desnuda y con una pose ligeramente indolente mientras se mira en un espejo que sostiene con una de sus manos.

A pocos metros de ella se encuentra la otra obra de Chester, una escultura titulada "Victory Mourning", una copia de la original esculpida en 1907 y que, después me enteré, se encuentra en el cementerio de Sleepy Hollow, en Massachussets y es denominada comúnmente "The Melvin Memorial " ya que, recuerda a los tres hermanos de la familia Melvin, miembros de un regimiento de artillería fallecidos en la Guerra Civil americana. Esta obra presenta a una mujer con los ojos semicerrados y con un ramo de laurel en una mano mientras con la otra sujeta una especie de manto que tiende a cubrirla.

Observando el rostro de ambas esculturas descubrí que sus rasgos eran casi idénticos, el mismo óvalo de cara, los mismos labios y de repente tuve la sensación de que estaba volviendo a ver el rostro de la primera escultura que había visto al comienzo de mi caminata, la de la Fuente de Pulitzer; la impresión de que estaba viendo al mismo actor interpretando tres papeles distintos.

Visitada la sala salí del Metropolitan y como, todavía era temprano y el día espléndido, me metí en Central Park y atajando por los senderos del mismo me dirigí hacia la parte opuesta al Museo, hacia el suroeste del parque, a buscar la salida a la Columbus Circle, la plaza donde se cruzan la Broadway con la 59th St. y donde se encuentra el Maine Memorial.

El Maine Memorial es un monumento que conmemora el polémico hundimiento del acorazado Maine en el año 1898 durante la guerra de Cuba y en el que murieron 256 tripulantes. Consiste en una torre de piedra caliza coronada por un carro tirado por tres hipocampos y guiado por una Columbia Triunfal todo ello en bronce dorado. En la base de la torre una serie de figuras que representan el Coraje, la Fortaleza, la Victoria, la Paz y la Justicia parecen navegar situadas en la proa y popa de un barco.

Yo ya había visto este monumento en otra ocasión y algo me debió de empujar a volver a visitarlo con más detenimiento.

Las esculturas de la mujer que tira del carro en la coronación del monumento y las de las mujeres que aparecen en la base del mismo son obra del escultor Attilio Piccirilli y pude comprobar que todas ellas presentaban un gran parecido entre si, pero también, y eso es lo que me había llevado instintivamente hacia allí, me dí cuenta que el parecido era no solo entre ellas sino entre todas las mujeres representadas en las esculturas que había visto aquella mañana.

Todavía, y ya definitivamente guiado por una intuición, sospecha o presentimiento, me metí al metro en la estación de Columbus Circle, cogí la linea 1 y me apee en la 103 St. a tres manzanas del Straus Park.

Straus Park es un pequeño parque situado en la intersección de la Broadway con la 106 St, dedicado al matrimonio Ida e Isidor Straus primeros propietarios de los almacenes Macy’s y que perecieron en el hundimiento del Titanic.
El detalle más característico del parque es una escultura en bronce de una mujer en actitud pensativa mientras permanece recostada sobre una especie de banco.

Había oído hablar del parque y visto fotos de esta escultura realizada en 1913 por Augusto Lukeman y dedicada a Ida Straus y como yo intuía cuando encaminé mis pasos hacia este parque, el rostro de la mujer que estaba contemplando era ya un rostro conocido para mí.

No pude ese día ni en posteriores, informarme con detenimiento sobre las esculturas vistas ese día pero, a mi llegada a España, me sumergí en Internet y revisando la obra de los escultores citados en estas líneas descubrí que, todos ellos, habían trabajado en aquellos años con la misma modelo, una tal Audrey Munson, que fue, efectivamente, la que dio su rostro y figura a todas aquellas esculturas.

Buscando un poco sobre la vida de Audrey Munson, me enteré de que esta mujer fue una modelo estadounidense, nacida en 1891 y descubierta por un fotógrafo cuando solo tenía 15 años el cual la había presentado a un escultor amigo suyo para el que comenzaría a posar. A partir de ese momento llegaría a convertirse en la modelo elegida, durante más de diez años, por una legión de escultores y pintores neoyorquinos estando su imagen representada en más de quince esculturas repartidas por todo Nueva York.

En 1916, marchó al estado de California donde se inició en el mundo del cine protagonizando cuatro películas para el cine mudo en la primera de las cuales, Inspiration”, aparecía completamente desnuda representando el papel de modelo de un escultor, convirtiéndose de esta forma en la primera mujer de la historia que lucía un desnudo integral en una película.

En 1919, tenía 28 años cuando, terminados sus contratos para el cine, regresó a Nueva York y se fue a vivir con su madre a una pensión propiedad de un doctor llamado Walter Wilkins, casado y que se enamoró perdídamente de ella.

Este hombre, en su pasión por ella, asesinó a su mujer ,a la cual, consideraba un obstáculo para conseguir el amor de Audrey y aunque se demostró que ella no había tenido ninguna implicación ni relación con Wilkins, Audrey no pudo evitar la publicidad negativa generada por el caso y que pondría fin a su carrera como modelo y actriz.

Un año después, Munson, incapaz de encontrar trabajo en ningún lugar, intentó suicidarse con una solución de bicloruro de mercurio comenzándole aquí una grave enfermedad mental que acabaría propiciando, unos años más tarde, su ingreso en un psiquiátrico por orden judicial cuando tenía, tan solo, 39 años.

En este psiquiátrico permanecería durante 65 años hasta su muerte en 1996 a la asombrosa edad de 104 años.

Una vida amarga y una imagen que pervive en múltiples rincones de Manhattan, en la ciudad de Nueva York.

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